Desde siempre he escuchado que todos tenemos nuestra propia guerra. Que el mundo es hermoso tal cual es. He escuchado desde siempre que si te esfuerzas, que si lo deseas de corazón, podrás ser todo lo que quieras... etc. Sin embargo a veces dudamos, porque sabemos que todo tiene un precio, que en algún momento hemos de pagar. Tanto si vas a por lo que quieres, como sino vas.
Y solo entonces comprendemos que no importa el tamaño de lo que deseas, si lo que deseas no es igual en proporción a tu deseo de ayudar. No importará, si tu deseo no implica a otros, cuando es en beneficio propio o si tan solo es por el mero hecho de poseer lo que algunos o porque simplemente quieras más. Y en algún punto te das cuenta que nada tiene sentido. Ni maldecir en silencio, ni murmurar con ternura, pasión, bienquerencia, devoción o simpatía al oído. Porque el secreto de la felicidad debe de ser compartido, ya sea porque a veces pesa como un ladrillo o por ese eco manifiesto que reza "sobre las cosas que el dinero no puede comprar".
... No renuncié al amor. Sólo que si el amor es más fuerte, me doy por vencido. Y aunque no fuere conmigo, a ella le deseo toda la felicidad. Si todos tenemos nuestras propias guerras, ésta será la mía... Por eso allí donde estés, sin importar que tan lejos o cerca, no te olvidaré jamás.
LPF.01F85