Tenía
tantas ganas de vivir, que estaba dispuesto a morir por ello. Sin
embargo le habían sido arrebatados todos los poderes y su grandeza por eso yacía
rendido sin fuerzas, sobre el vientre cálido y plano de su tristeza que siempre
le acoge solicita con la ternura de un recuerdo y unas manos que le acarician
únicamente cuando los ojos cierra. Y continuó allí, como si fuera el más trágico
de los finales y en el más ensordecedor de los silencios... desidioso, como si
hubiera podido tener el infortunio de estar viviendo lo más triste de todos los tiempos... y cayo
rendido como si todas las penas del mundo pesaran sobre sus hombros, como si no
tuviera un propósito, sin haber confiado en la magia de vivir por el eco de las
pequeñas cosas y algunos momentos. Y se quedo allí mirando el cielo, pidiéndole
a Dios que fuera igual de justo, pero menos severo, pidiéndole que no se llevara su alma y le permitiera a su
corazón seguir latiendo, sin embargo yacía inerte, disimulaba muy bien sus muchas ganas de vivir aun entonces. Debía saber que no era la primera vez que moría y con una lágrima en los ojos,
sonrío y los cerró, no para morir sino para nacer de nuevo.
LPF.01f85