Todo lo que creas necesitar saber sobre mí, no es tan importante como lo que ya sabes. Todo lo que creas que puedo quererte es tan poco, que siempre terminas por olvidarme.
Y si mi dignidad le concediere el honor a mi fatigado corazón,
mi fatigado corazón hasta el día en que muera, piensa amarle.
Así que, entren pues todas las penas, las del mundo y las que quisieran.
en esta noche fría…
Sin preguntarme cuándo aprendí a volar,
ni por qué con unas alas tan grandes me niego a escapar.
Entrad todas las penas y el dolor que me evocáis.
Y dadme una razón para olvidarla, porque no puedo seguir a mi alma.
Ni llenar cada espacio vacío que deja.
No puedo deshacer todo lo vivido sin más.
Ni apagar todo lo que siento, como si fuera una vela.
Bendita ignorancia de quien sabe roto su sueño
y como la tierra a la semilla, para el orgullo dicta, el mismo agujero.
Éxodo grácil de tristezas y lamentos.
fragilidad que se desnuda en cada letra y con cada verso
para gritar a los cuatro vientos “----“
sin embargo, sólo responde el eco de su silencio,
desde muy lejos
como si no hubiera habido nunca, nadie más.
Como si nada fuera cierto.
...entren pues, todas las penas,
las del mundo y en vuestros corazones las que quisieran.
Causando espanto o asombro
y erigir con ellas vuestros sueños sin renunciar
y tendréis paz en vuestras alma y la gloria de no haber vivido en vano
ni un sólo momento.