... que cuando alguien hace una crítica vertiendo un criterio u opinión sobre alguna persona, no lo hace con la intención de herir sus sentimientos. Normalmente la crítica siempre la origina algún suceso o la percepción que tengamos sobre lo acontecido y como la costumbre es defenderse, atacamos antes a las personas que a los problemas, sin discernir entre una cosa u otra. Y es que una crítica te puede amargar el día y “un mal día” te puede durar toda la vida.
No obstante sigue siendo de mi parecer que nadie nace con la peor de las intenciones, sólo que algunos tenemos menos tacto y otros simplemente somos menos receptivos, sigo creyendo que en nuestros peores momentos somos víctimas de las circunstancias y por ende, no suelo verter criterio sobre las personas sino sobre las situaciones subjetivas u objetivas. Y es que la crítica en su vertiente más positiva te permite valorar y mejorar lo que con la mejor de tus intenciones y voluntad fuiste capaz de comenzar en algún momento y a pesar de que nadie debería esperar que fuera perfecto, tú sí deberías creer poder conseguir esa perfección en algún momento y las criticas valen para eso. Y aunque a veces la verdad duela no olvides que en ocasiones quien te critica sólo te está dando una segunda oportunidad para hacer lo correcto.
(No soy tan egocéntrico como para pensar que todo el que me crítica me tiene envidia.)
Casi siempre quien te critica suele conocerte y confía en que puedas mejorar lo que estás haciendo, quien te critica, algo ha pensado en ti y aunque no siempre sea acertado su criterio, normalmente lleva implícita las mejores de sus intenciones y es justo con eso con lo que deberías quedarte en todo momento. Por el que te critique a tus espaldas y con lascivos reproches no deberías preocuparte, porque como el resto de las cosas en la vida, terminará por caer el solo y por su propio peso.