martes, 18 de diciembre de 2012

La Historia de Shaya.


En algunas escuelas que ayuda a niños discapacitados. Algunos niños permanecen en chush durante toda su carrera escolar. Mientras que otros pueden irse a escuelas convencionales. En un evento de recaudación de fondos de chush, en una cena, el padre de un niño chush, pronunció un discurso que nunca será olvidado por aquellos que asistieron.

Después de elogiar a la escuela y a su dedicado personal. Gritó: ¿Dónde está la perfección en mi hijo Shaya? Todo lo que Dios hace, lo hace a la perfección. Pero mi hijo no puede recordar hechos y formas como otros niños. Entonces ¿Dónde esta la perfección de Dios aquí?

El público estaba impresionado con la pregunta, y adolorido con la angustia del padre. Impávidos ante la cuestión, y sin saber que responder, permanecieron en silencio. El padre después de un corto silenció, les contestó, que cuando Dios trae al mundo a un niño como Shaya, la perfección que él busca, es la manera en que la gente reacciona ante este niño.

Y contó la siguiente historia de su hijo Shaya, que yo os relataré.

Una tarde, Shaya y su papá paseaban por el parque junto a unos niños que Shaya conocía. Jugaban béisbol. Shaya le pregunto a su papá: ¿Crees que me dejen jugar? El papá de Shaya sabía que su hijo no era atlético y que la mayoría de los niños no lo querrían en su equipo, pero el padre entendió que si escogían a su hijo para jugar le darían un sentido de pertenencia. Como saben, el nivel más alto de consciencia de Maslow en su pirámide, es el sentido de pertenencia y Shaya nunca se había sentido así.



El padre de Shaya se acercó a uno de los niños en el campo y le preguntó si Shaya podía jugar. El niño miró a su alrededor buscando apoyo de sus compañeros y al no obtenerlo tomó la decisión que estaba en sus manos y dijo: Bueno estamos perdiendo por 6 carreras y van 8 entradas, creo que puede estar en nuestro equipo. Trataremos de meterlo en la novena de bateador.

El padre de Shaya se quedo estático mientras Shaya no dejaba de sonreír. Le pidieron a Shaya que se pusiera un guante y lo metieron al campo a jugar. Al final de la octava entrada, el equipo de Shaya había logrado algunas carreras pero seguían perdiendo por tres. Al final de la novena, el equipo de Shaya volvió a anotar y ahora, con 2 outs y las bases saturadas llego el turno de Shaya.

La carrera de la victoria estaba en juego.

¿El equipo dejaría que Shaya bateara a estas alturas del partido y dejaría escapar la oportunidad de ganar? Sorpresivamente le dieron el bate a Shaya: Todo el mundo sabía que era casi imposible, porque Shaya ni siquiera sabía sostener el bate, pero aún así le dieron la oportunidad. De cualquier manera, Shaya se paró en la base, el lanzador del equipo contrario al percatarse de la situación, dio unos pasos hacia adelante, para lanzar la pelota suavemente para que Shaya al menos pudiera tocar la pelota.


Llego el primer lanzamiento. Shaya bateó torpemente y falló. Luego uno de los compañeros de su equipo se acercó y juntos, él y Shaya sostuvieron el bate y enfrentaron al lanzador, esperando la siguiente bola los dos. Otra vez, el lanzador se acercó unos pasos a Shaya para lanzar la pelota aun más suavemente. Y mientras se acercaba la bola, Shaya y su compañero batearon juntos, y juntos golpearon la pelota que tocó el piso lentamente hacia el lanzador.


El lanzador tomó la pelota fácilmente, pudo haber lanzado la pelota a la primera base. Shaya hubiera tenido que irse y hubiera sido el fin del juego. Pero el lanzador tomó la pelota y la lanzó muy alto al campo, lejos del alcance de la primera base.

Todos comenzaron a gritar:
¡Shaya, Shaya! ¡Corre a la primera, a la primera!

Nunca en su vida había corrido a la primera base. Corrió a la línea de fondo con los ojos bien abiertos. Cuando llego a la primera base el jardinero de la derecha ya tenía la bola y pudo haber lanzado la pelota al de la segunda base que hubiera eliminado a Shaya que seguía corriendo. Pero ese jardinero entendió las intenciones, las intenciones del lanzador.

Así que lanzó la bola alto y lejos, por encima de la tercera base.

Todos gritaron:
- ¡Corre a la segunda, Shaya! ¡Corre a la segunda!

Shaya corrió a la segunda base mientras los que estaban delante de él rodearon como locos la base. Cuando Shaya llego a la segunda, el oponente corrió hacia él y lo volteó hacia la tercera base y grito:

- ¡Corre a la tercera, Shaya! ¡Corre a la tercera!

Cuando Shaya corrió a la tercera los niños de los 2 equipos corrieron tras el gritando:

- ¡Shaya, Shaya! ¡Corre, corre, haz un cuadrangular!

Shaya logro el cuadrangular, se paró en la base y los 18 niños lo levantaron en sus hombros y lo convirtieron en el héroe. Como si hubiera ganado el Grand Slam y hubiera hecho ganar a su equipo.

Ese día, dijo su padre con lágrimas rodando por sus mejillas, esos 18 niños alcanzaron el nivel de perfección de Dios.



Fuente: Wayne Dyer