He visto la felicidad peregrinar… a veces desnuda, a veces descalza, despreocupada, pero siempre con la tranquilidad de quien no busca, ni espera nada. He visto al amor perseguirla como si fuese lo único que importara y en su pretensión de encontrarla, le ha valido todo, incluso ignorarla. Y es que a veces el amor solo trata de retenerla, a veces la felicidad parece marcharse como si el amor no le importara…
He visto pasar el tiempo, la
vida, he visto pasar la tristeza, he visto lo corta que tiene la mentira las piernas y lo que le duele al
corazón. He visto donde empieza y acaba todo excepto el amor. He visto al amor
dudar de la felicidad, pero nunca de sí mismo, lo he sentido marcar el ritmo de dos corazones, pero jamás lo he visto decir adiós. He visto a la felicidad presionada, tentada por la mentira persiguiendo al amor como si fuese lo único que importara y en su pretensión de encontrarlo le han valido otros brazos, ignorarlo, incluso olvidar todo lo que en un momento feliz juró. A veces la felicidad solo trata de retenerlo, por razones que nada tienen que ver con el amor y sin comprenderlo sin saber con quien trata lo juzga como si fuese cosa de uno y no de dos.
Ningún lugar es mejor que en el
que ya estoy. Sin palabras mágicas, ni abracadabras no hay maldiciones, brujas
ni mazmorras. No hay mañanas tristes, ni días sin sol. Estoy donde empieza
y acaba todo, excepto el amor. Donde se aprecia la vida, donde no se sufre por la mentira, donde no se revive constantemente el pasado, porque el presente es lo que te pertenece y para el futuro necesitas un plan mejor.
Obra: "Felicidad".
Oleo sobre lienzo.
Artista plástico: Gauguin, del 1892.