Donde nací el catolicismo nunca fue considerado una opción lógica o necesaria. La religión era considerada como el opio de los pobres y la iglesia no era una entidad sagrada. Soy un hombre educado bajo los principios del marxismo leninismo, un hombre sin fe en lo divino, y sí en la buena voluntad de la raza humana y en las obras que concibieron muchas de sus hazañas. Y así crecí, entre trabajos voluntarios muy lejos de la propiedad privada. Crecí creyendo no necesitar a dios y así he pasado muchos años. No se lo que es un padre nuestro, ni conozco oraciones que me salven del infierno y me alejen del fracaso. No presumo de ser un hombre moderno ni de ser un hombre sin miedos, no presumo del comunismo ni voy en contra de los que para la teoría de la evolución otras opciones han considerado.
No me han enseñado a ponerme de rodillas cuando todo se pone mal, me enseñaron a tragarme las lágrimas y a trabajar sin descansar. Que por más golpes que me diera la vida, que no me apartara del camino y que no renunciará jamás. Que un acto de fe es un acto de buena voluntad, que con las manos se ha de obrar. Me enseñaron que cuando se suplica se doblega la voluntad, que mejor es no tener nada, que perder la dignidad. Me enseñaron a compartir lo que tengo, sin hablar de misericordia, ni de limosnas, que la pobreza está en el espíritu de los hombres y eso es una realidad. Me enseñaron a no pedir más de lo que pudiera dar. A no engañar al prójimo, como tampoco a robar. Y recuerdo que entre tanta enseñanza en voz baja mi mejor profesor una vez me hubo de comentar, que si dios existía, estaba detrás de cualquier acto de buena voluntad.
No puedo pedirle nada a dios que no haya decidido ya. Por lo que todo lo que suceda seguirá siendo su voluntad. Que tampoco pueda rendirme forma parte del mismo plan y también forma parte de las mejores cosas que me enseñaron mi mamá y mi papá. Sin embargo no siempre se trata de echarle un pulso a la vida. Así que esta vez le pediré a dios que los cuide y que me los mantenga con mucha salud muchos años más, porque son el único valor seguro al alza que siempre he tenido, son mi refugio, son los únicos que se quedan cuando todos se van.